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Aquí también hay que leer compulsivamente (LFC)

Gimme The Prize

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El Kurgan y Ramírez, debatiendo unos premios.

Banda Sonora no obligatoria para este Post: Gimme the Prize (Kurgan’s theme), Queen, A Kind of Magic (Music from,and inspired by,the movie “Higlander”).

La cosa parece ir de premios. Y la verdad, no son ni la mitad de interesantes que los de la mítica  Highlander, que implicaban unos afeitados apuradísimos a golpe de espadón medieval y el (perdido) talento de Russell Mulcahy (ande andaras Russell, con lo mucho que prometías).

Vean, no tengo especial interés por los premios en arquitectura, son lo que son. Son como los Oscars, con la desventaja de que no hay alfombra roja y no se puede uno quedar hasta las tantas de un domingo comentando la jugada con los amigos vía tuiter. Vamos…. que pierden mucho…

Al igual que los Oscars no creo que los premios, (Llámenlos ustedes Pritzkers, Bienales varias, premios Arco del Colegio de Almería o Llana de Oro al mejor repello) acaben significando nada mas allá del premio en si mismo, por mucho que se carguen de un significado que resulta en ocasiones peligroso.

El debate (Ni falso, ni verdadero… ni todo lo contrario) suele centrarse mas en el “Quien ha ganado y de quien es cuñado” que en el porque y se olvida con la misma facilidad con la que alcanza cotas estratosferitas.

Tomen ustedes el Pritzker como ejemplo. Este año, a un señor de Portugal con barba y que es arquitecto le han dado una medalla redonda en la que pone por detrás “Firmeza / Comodidad / Deleite”.

O quizá seria mas apropiado decir que al Pritzker le han dado un señor de Portugal para que lo luzca allá donde vaya, dado que lo importante del premio de marras es, únicamente, el propio premio y quien lo reciba o no es solo una excusa.

No nos olvidemos que el Pritzker no es otra cosa que un galardón concedido por la cadena de hoteles Hyatt y que llamarlo “El Nóbel de la arquitectura” es una pamema metafórica que pretende probablemente ocultar las amplias carencias de la medallita, cuyo único propósito parece ser el de coleccionar arquitectos para engrandecer la leyenda del “Highest Award” que pueden obtener los arquitectos. Así pues este año tocaba Souto de Moura, porque tocaba hablar en el acta de la sencillez y lo sostenible, y porque el año pasado ya se lo dieron a Sejima y Nishizawa y había que cambiar de tendencia y quizá, como en la FIFA, de continente.

Ninguna sorpresa. El Pritzker de hecho oscila tradicionalmente entre estas dos posiciones, la de premiar lo hipermediatico,  espectacular y dionisiaco para después arrimar el ascua (léase la medalla) a lo aparentemente sencillo, sostenible y ascético. Uno llega a la maldad de pensar que podrían las actas estar ya escritas con el hueco para el nombre del receptor y guardadas en dos carpetas en cuyas portadas se leería “Espectacular” y “Sencillito”. Que la realidad sea otra muy distinta y las supuestas “sencilleces” no lo sean tanto no supone problema ninguno a la hora de perpetrar unas justificaciones llenas de frases rimbombantes de las de optar a muchos titulares.

Sin ir más lejos, este año, The Lord Palumbo, presidente de un jurado por el que pulula hasta Aravena (Contengan la risita por lo de Lord Palumbo y más aun por lo de Aravena) ha declarado con respecto al laureado:

His buildings have a unique ability to convey seemingly conflicting characteristics — power and modesty, bravado and subtlety, bold public authority and a sense of intimacy —at the same time.”

Surprising. O, en las sabias palabras de Dupond y Dupont, yo aun diría más: Sorprendente. Parafraseando a Krahe: lo que ser igual, ser a la vez diferente y estar todo bien… sin ser lo otro ni lo contrario. Jau.

No hay debate alguno en torno al Pritzker. Ninguno que merezca la pena al menos. Es lo que es, y por supuesto aquello en lo que hemos elegido convertirlo en ausencia de un premio menos politizado o, a falta de mejor definición, mas aséptico y mas basado en la crítica y no en la selección discrecional y el “Pito-pito-gorgorito…”.

¿Lo merece Souto de Moura? Probablemente si. Por supuesto que si. ¿Y? Su elección no va a producir un análisis sobre el estado de la cuestión arquitectónica, ni sera piedra sobre la construir nada. Nos alegraremos o nos parecerá horroroso, o quizá (como es mi caso) nos dará un poco igual. Ya digo, esto con alfombra roja (O quizá negra) ganaría mucho.

Sigo prefiriendo los Oscars, o ya puestos Los Globos de Oro.

En los primeros votan todos los miembros de la academia, es decir, todos aquellos que tienen un oscar o una posición de poder en la industria. Hay normalmente unos 6000, 6500 miembros con lo que la culpa queda bastante repartida. Nosotros nos lo guisamos y nos lo comemos. Es una opción…. la de una industria que se auto celebra a si misma sin pudores y con cierta festividad dionisiaca. Los que mandan son los que votan y nadie se llama a andanas. De hecho las peores ceremonias han sido aquellas que se han tomado excesivamente en serio y han querido mandar mensaje sobre algo que es, a todos los efectos un Glam-Party a la mayor gloria.  

En los segundos el voto proviene de la HFPA (Hollywood Foreign Press Association), vamos, la critica más o menos (Más menos que más, but, hey, this is Hollywood)…. Un ente bastante anónimo al que se refiere por sus siglas y no de forma personalizada y en el que el voto es colegiado (Todos a una, Fuenteovejuna). El resultado es, curiosamente, muy parecido al de los anteriores.

Se elija una cosa, la otra o sus contrarias, es bueno recordar que Marisa Tomei tiene un Oscar. Que lo tiene por “Mi Primo Vinny”, comedieta bastante olvidable con Joe Pesci de protagonista antes de descubrir que él, de lo que hace bien-bien, es de gangster psicotico, y que tiene el escaso interés de ser una de las ultimas apariciones mainstream que le vimos a Ralph (Wax on –Wax off) Macchio. Por lo visto siempre ha existido la duda de que el Oscar no era para ella, dado que se lo entrego Jack Palance que en el momento de abrir el sobre estaba algo….. ¿Alegre? ¿Curda? ¿Chuza? y, según cuentan, paso de leer la tarjeta y se lo dio a quien le dio la gana.

Ni se hablo de la importancia de los actores secundarios en la comedia de situación ni de la evolución del Screwball comedy, ni se dejo de hablar, ni nada. Todo fue leyenda urbana. Ni Marisa Tomei devolvió el Oscar, ni el late Jack Palance aclaró nunca si fue en aquel momento… mas Curly que nunca.

Mientras, sigo pensando que esto televisado ganaría mucho. Porque… ¿Quién haría de Jack Nicholsony y pondria cara de poker?  ¿Quien de Mickey rourke? ¿Quién de la eternamente nominada Meryl Streep? ¿Quién del botoxizado Billy Cristal?. Cast your bets!!

Written by Jose María Echarte

abril 20, 2011 a 11:37

3 respuestas

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  1. Tipografía chunga y pequeña (¿por qué?) y post un poco regulero = cero comentarios en 5 días.

    Pero no pasa nada jmer, no puede uno salirse todos los días.

    Además, quizás el tema del post no da para mucho debate, parece que todos estamos de acuardo contigo en que nos la pela a quién le den el Prizker mientras se mantenga entre lo minimamente aceptable, otra cosa es que se lo diesen a tu amigo CALATRAVA, entonces si que sería un gran post, con cientos, si no miles, de comentarios.

    Saludos y adelante.

    Javier

    abril 26, 2011 at 14:05

  2. Jajajaja. Post enviado desde ordenador ajeno. No se porque el tipo sale asi…. ^_^

    Es semana santa, vacaciones, ya se sabe….

    Y por otra parte, no hay debate porque como tu dices…. no hay mucho debate entorno al Pritzker (O a cualquier otra premio). Es como la Ruperta del un dos tres. Te toca o no, pero como «cornerstone» paradigmatico no da mucho juego…

    jmer73

    abril 26, 2011 at 14:08

  3. Sacto.

    Lo de las vacaciones e internet es curioso, parece que para lo que, sobre todo, sirve internet es para aliviar el insufrible tedio, la alienación diaria, de la jornada laboral del trabajador medio. Luego su exito no sería síntoma de las ansias de hipercomunicación de la sociedad moderna, sino del coñazo de vida laboral que lleva la mayoría. Internet no es esa ventana por la que nos asomamos al fascinante y diverso mundo que hay más allá de nuestro alcance físico, no, es la ventana por la que nos escapamos del coñazo diario en nuestros puestos de trabajo.

    Me aburro mazo. Se nota, ¿no?

    Javier

    abril 26, 2011 at 14:32


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