Archive for noviembre 2015
Contratos Asombrosos
No estaba muerto, estaba de parranda.
Quiero decir… el contrato de Norman Foster. Sí, el de la ciudad de la justicia. Que no estaba desaparecido. Es que se había traspapelado. Lo que viene a querer decir en román paladino que era un contrato tan DE VERGÜENZA que era mejor decir que lo habían perdido y aguantar el chaparrón. [Aquí lo tienen para su solaz]
Pero ojo, no me entiendan mal. Déjenme ponerlo claro en una sola frase que espero pase al eterno mármol de la historia:
Norman, eres mi ídolo.
Así, negro sobre blanco. Me ha salido del alma oigan. Las cosas claras y el chocolate espeso. No te beso, Norm (permite que te tutee) porque me pillas lejos, pero estaría dispuesto a ello. Con lengua. Que hayas pedido lo que has pedido y sobre todo QUE TE LO HAYAN FIRMADO, eso, Norm, es como conseguir que diez tostadas de mantequilla caigan por el lado que no está untado mientras un gato cae de espaldas. Como hacer que se ría el señor Spock. Como que Mark Hamill actué. Como conseguir que Calatrava haga un cubo. Dentro de otro cubo. Es sangre de unicornio hecha contrato. Es el vellocino de oro. Es lo más. Lo último. Lo insuperable.
Más allá de ese contrato, Norm, no hay nada. Ese contrato es el Nirvana. Yo quiero vivir en ese contrato. Morir en el si fuera menester. Me lo estoy imprimiendo y lo voy a tirar sobre la cama para restregarme con sus cláusulas. Desnudo. En plan sucio, lo admito, tal es el poder erótico-administrativo que ejerce sobre mí.
A partir de ahora, Norman, en mi mesilla de noche estarán El lobo estepario, El guardián entre el centeno…y este contrato. Estoy por tatuármelo en plan Prison Break, no te digo más Norm.
Dicho esto, y mirando ahora a nuestros queridos representantes electos…
¿EN QUE NARICES ESTABAN USTEDES PENSANDO PARA FIRMAR ESTO? ¿Se puede ser más paleto? ¿Más snob? ¿Más inculto? ¿Más negado y más absolutamente irresponsable?
Porque oigan, contra el vicio de pedir está la virtud de no dar. O, todo lo más, de aplicar la ley. O, ya puestos, de tirar de experiencia y usar los contratos que nos hacen a los demás.
Pero no desesperemos, compañeros arquitectos -ahora os miro a vosotros-. Sepamos ver la oportunidad que se esconde ante semejante hallazgo. ¿Cómo, se preguntan? Lean, lean.