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Aquí también hay que leer compulsivamente (LFC)

De Reuniones, Comunicación y Cambios

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Communicate, and we'll see about keeping calm.

Communicate, and we’ll see about keeping calm.

En su más infravalorado álbum, Communique, Dire Straits incluían una pequeña pieza, un divertimento casi, que da titulo al LP y en la que los de Londres nos hablan de un comunicado, de lo que ocurre cuando este no se produce: La especulación, los errores, la espera, las interpretaciones… Independientemente de la experiencia de Mark Knopfler como periodista a la búsqueda de una declaración, sobre la que la canción parece estar escrita, hay algo de cierto en que la falta de información genera monstruos…. y abandonos.

La semana pasada, el Jueves día 14 (Día, a la sazón, de los enamorados…) el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España nos convoco junto a otros compañeros (J.J. Barba y Sergio José Cidoncha de Metalocus, Loren Barnó de StepienyBarno, Miguel Villegas de Arquitextonica, Ethel Baraona de DPR Barcelona, José Javier Quintana de BSARethinking y Felix Arranz de Scalae) a un desayuno informativo con Jordi Ludevid i Anglada, presidente del CSCAE y Paloma Gómez Marín, directora de proyectos, en su sede de Madrid.

Hablaremos ahora de los contenidos de la reunión, pero déjenme empezar por una aclaración: El CSCAE funciona con unos estatutos muy peculiares, en parte responsables –unidos a los de los propios COAs- de las rigideces, lentitudes y descoordinaciones del sistema institucional de la arquitectura española. Que dentro de ese sistema haya aparecido esta posibilidad de establecer un dialogo, o un intercambio de información, o de ideas –como prefieran- con otros agentes fuera del marco habitual es siempre positivo. La información es necesaria, un bien preciado cuando se intercambia de forma libre y honesta.

Lean, lean…

Conociendo las dinámicas –como poco peculiares- del armazón institucional (recuerden, uno ha sido vocal y esta no era la primera vez, ni la segunda, que iba al consejo) la iniciativa es encomiable. No nos llamamos en esta santa casa a engaño, ni le negamos a nadie, por críticos que seamos, aquello que es justo: Para el Consejo no es “obligado” (Estatutariamente obligado) y significa un principio de movimiento acertado a pesar de los problemas que pueda conllevar para los convocantes a los que agradecemos sin dudarlo la invitación.

En este sentido, se plantearon a través de twitter cuestiones de representación de los convocados, que sospecho –me gustaría equivocarme- se harán extensivas a algunos miembros del pleno de consejeros. Déjennos ser claros: No tenemos la soberbia de querer representar más que a nosotros mismos y quizá (y muy levemente) a aquellos que nos han expresado su interés, leyéndonos o comentando lo que escribimos para generar un debate que consideramos altamente necesario y en parte inexistente en un formato más ágil en nuestras instituciones.

Y es aquí –y con lo anterior en mente- donde debemos –ya nos conocen- establecer nuestro primer punto de criterio: La iniciativa es necesaria y es aplaudible, pero solo si es continuada y extensiva. Debe convocarse a otros muchos interlocutores, sin animo de ser exhaustivo: Expatriados, emigrados, empresarios (de verdad), explotados, sindicato, estudiantes, docentes, colectivos de arquitectura, críticos (de nuevo, de verdad) , editores (Ojo, editores, no dealers), arquitectos no específicamente alineados con el “ejercicio de la profesión” entendido como función del visado… y un largo etcétera de agentes que tienden a quedar fuera del foco institucional y cuya energía e información nos son –a todos- indispensables. Es complejo, ciertamente (de nuevo, la estructura lo hace complejo) pero es altamente necesario.

[Es aplaudible que tanto representantes de Estudiantes de Arquitectura como el Sindicato aparezcan en las reuniones de la LSP y en sus asambleas, ese es el camino. Lo comentamos en su momento en el RocaGallery, la profesión es un ecosistema sin compuertas de independencia, que empieza en el estudiante recién matriculado que no sabe que futuro le espera y acaba en el colegiado jubilado que no puede pagar Asemas]

En ese sentido –el de esta continuidad- se expresaron nuestros representantes, un buen principio que habrá que cuidar, dado que de lo contrario ocurrirá que la reunión quedara en flor de un día y que esta flexibilidad y feedback mutuo se perderá, convertido lo del jueves en un one-hit-wonder anecdótico.

Dicho lo cual continuemos.

En la reunión el Presidente nos contó su intención de convertir al Consejo en una entidad del siglo XXI, partiendo de las bases del siglo XX (Yo diria incluso del XIX) con las que nace. Así, se manejan una serie de proyectos (Hasta 29) que comprenden iniciativas para mejorar la profesión tanto institucional como jurídica y socialmente y la apuesta por la unificación y comunicación –de la que la reunión puede ser ejemplo- entre los diferentes estamentos relacionados con la Arquitectura.

En la misma línea, y en lo tocante a la LSP, el Consejo nos explico la hoja de ruta planteada institucionalmente, y que conlleva (El redactado es nuestro, sobre las notas de la reunión):

– Interlocución del Consejo con cargos políticos (Ministerios, Secretarios de Estado, Directores Generales…) para reconducir la redacción de la LSP.

– Reuniones y coordinación con representantes sectoriales de la profesión: Patronal, Sindicato, Estudiantes, ETSAs, Fundaciones, Colegios…

– Constitución de una Comisión Delegada de miembros del Pleno de Consejeros (Decanos) para el seguimiento, coordinación y elaboración del mensaje a transmitir.

– Funcionamiento a pleno rendimiento del gabinete jurídico del CSCAE (Y creemos entender que del resto de COAs) para dar formato y soporte legal a este argumentario en su parte más jurídica.

– Evitar la confrontación “de patio de colegio” (La expresión es nuestra) con otras profesiones.

-Conseguir atraer al resto de sectores de la profesión (Aun hay algunos –total o parcialmente- que no se han pronunciado) y unificar el mensaje, hacer frente común ante la redacción de la LSP (Obligatoria después de la ley Ómnibus).

El Consejo maneja así –dentro de esta estructura previa- una serie de indicaciones de comunicación, y un argumentario –formado este por datos, muy próximos a algunos de los que hemos ofrecido en esta casa durante las pasadas semanas y realitos a la formación, realidad de mercado, proceso de habilitación, servicio a la sociedad etc.- destinados a la consecución de un objetivo: La redacción de una LSP que no suponga un desmembramiento del soporte jurídico de la profesión expresado en la LOE y al que se llega a través de unos planes de estudio y un sistema de habilitación establecido tanto para los arquitectos existentes como para los alumnos actuales de las diferentes ETSAs.  Entendiendo la validez de los datos que se manejan –el argumentario-, es en este punto donde expresamos al Consejo nuestras dudas sobre la estrategia de comunicación hasta el momento. Desde el anuncio del ya famoso y funesto “power point” (Además de la cosa ética, la estética), han transcurrido prácticamente dos meses y el mensaje más claro que llegaba de nuestras instituciones –más allá de las declaraciones oficiales, de las que ya hablaremos- era el de pedir confianza.

El problema que tenemos con la confianza es que en nuestra opinión critica, son las instituciones las que deben obtenerla a través de los hechos sin que sea condición a priori que deban los administrados (Aunque asumimos la inexactitud del término) ofrecer sin un cuidadoso ejercicio de control. Es precisamente este control, que necesita como es lógico de un constante flujo de información para ser veraz, el que redunda en individuos más participativos e instituciones más eficaces y capaces de adaptar su funcionamiento a una actualidad que se demuestra –cada vez más- siempre cambiante.

Un problema este complicado además por el funesto recuerdo de otras ocasiones en que el discurso del Consejo discurrió por los caminos de la confianza: Baste recordar durante el mandato del anterior presidente, Carlos Hernández Pezzi, que la llamada a la confianza fue la única explicación ofrecida durante la aprobación atropellada (Y política) del CTE y durante el proceso (Bastante opaco) de aprobación de la directiva de Bolonia. Ambos son ejemplos pluscuamperfectos del caso: Sin información, sin comunicación fluida, los individuos que a la postre forman las instituciones (Y que son su razón de ser y existir) acaban entrando en un desapego nihilista en el que la solución pasa por el olvido (temporal, dado que el problema persistirá y reaparecerá), la desafección o incluso la llamada al empleo del lanzallamas como única opción viable en la que se elimina la necesidad de las instituciones como concepto sustituida por el ansia de derribo de las mismas como mecanismo burocrático.

En estas circunstancias dos meses es realmente demasiado tiempo. Lo es más aun si tomamos en consideración el creciente alejamiento de una buena parte de los arquitectos españoles (Especialmente jóvenes, con lo que ello tiene de peligroso) de las instituciones que los representan y que nace de una creciente incapacidad de renovación de un sistema al que el cambio se le está resistiendo y en el que nuevas situaciones surgidas al rebufo de la crisis no encuentran acomodo. Desde la obsoleta tendencia a identificar el Colegio con el Visado o con los Arquitectos que visan que deja en un limbo representativo a cada vez más profesionales, hasta la –en algunos casos, como el del COAM, pertinaz- dejación de funciones cuando hablamos de cuestiones tan graves como la de la precarización del mercado de trabajo. Discrepamos en esto con el Consejo que busca un cambio a un ritmo razonable, entendiendo que este cambio –ya retrasado en exceso y solo adormecido por la inyección de dinero durante la burbuja inmobiliaria- debe adaptarse rápido y sin líneas rojas a los tiempos actuales, de lo contrario no es el cambio vertiginoso lo de debemos temer sino el derribo por obsolescencia lo que nos amenaza.

Dicho lo anterior, y dando por valido el argumentario que se maneja, lo que allí comunicamos y por lo que venimos apostando es por entender que estamos en periodo prelegislativo y que en ese periodo los gobiernos pueden tanto detectar necesidades en la sociedad como (Y este es el peligro) “falsear” esas necesidades. Ocurrió no hace mucho –ya hemos empleado el caso- con la ley SINDE-WERT (Magnifico ejemplo, empezado por unos y acabado por otros en el que el partidismo es cuestión ajena). Una ley no demandada por la sociedad para solucionar a cañonazos un problema inexistente a petición –realmente- de las Majors americanas que cocinaron con la inestimable ayuda de gobernantes, cargos de confianza y voceros de toda especie –SGAE incluida- ese “ambiente” de necesidad falso.

Ante esta posibilidad, en esta casa creemos en los datos. En la verdad comunicada de forma clara, transparente y continua. En establecer ese flujo de información con la profesión y con la sociedad. El primero, que mantenga atentos e informados a los más de 80.000 interesados, dispuestos a movilizarse si fuera necesario, alejados del desapego. El segundo, que establezca esa barrera de datos veraces necesaria contra argumentos falaces y claramente desubicados (Vean a este efecto las declaraciones del presidente de la CNC de hace unas semanas).

Así, nuestra apuesta firme es por la existencia de dos labores diferenciadas: Para la primera, el Consejo es el representante de los COA y por tanto de los arquitectos españoles. Es el interlocutor establecido con el gobierno para esta cuestión y estaturiamente el referente para una labor de interlocución de la que conocida la hoja de ruta, los principios inquebrantables, líneas rojas jamás rebasables y posiciones de defensa (Ese argumentario muy similar en su índice a nuestras propios escritos al respecto) debe darse cuenta de los  pasos y labores realizados con la precaución que estas cosas traen aparejada y con la tranquilidad (Para todos) de saber que el flujo de información hacia los individuos a los que representa la institución, y el control que llevará aparejado por parte de estos, son la mejor garantía de obtención de esa confianza solicitada.

Para la segunda, los COA deberían coordinar su respuesta haciendo frente a esa labor educativa (No somos especialmente afines al termino, pero sirva como imagen) y de transmisión de datos continua que compense las más que previsibles e interesadas dislocaciones de esa necesidad prelegislativa por intereses espurios. Es inexplicable que haya COAs que no han convocado en asambleas a sus colegiados, que los haya aun que mantienen toda la información relativa a la LSP bajo las siete llaves del password y usuario. Que haya decanos que nos se hayan pronunciado en prensa (Aunque fuera con una comunicación de mínimos). No se pide aquí que se entre en peleas con otros agentes y sus intereses –creemos que nosotros no lo hemos hecho, sirva como modesto ejemplo- sino que se aporten esos datos incontestables y próximos, cercanos, tanto a la sociedad como a los arquitectos, estudiantes, jóvenes, y demás miembros de esta compleja profesión.

Hay mucho de descoordinación en las labores de los diferentes COAs; mucho también de un sistema que no da más de si –independientemente a veces de quien lo ocupe- y que sometido a un parcheado continuo está esperando como agua de mayo una necesaria refundación sin clichés ni líneas rojas. Sin embargo, y para este caso, uno de sus problemas –su excesiva dispersión- puede servir de ayuda en lo tocante a acercar la argumentación a la sociedad, entendidos así los Colegios como elementos al servicio de esta y recuperando una labor social en la que deben (Por comparación con la labor más representativa del Consejo) ser primera y fundamental línea de una defensa coordinada, coherente y comunicativa que hasta ahora se ha producido solo en honrosas excepciones y con excesiva lejanía.

Casos como el de la Asamblea del Colegio de Alicante en el que un simplón “Estamos trabajando” pretendía ser suficiente no pueden ni deben volver a repetirse. Si no por otra cuestión de las ya explicadas aquí y relativas a la necesaria fiscalización basada en la información, por la más egoísta de que con esos poco inteligentes principios lo único que se obtendrá es más desapego por parte de los más afectados por este dislate legislativo.

Es en ellos, precisamente, en quienes reside la mejor y mayor fuerza de la profesión. En los arquitectos acostumbrados a dar liebre por gato. En los que escriben incesantes artículos sobre la realidad de la arquitectura tratando de devolverla a lo que debe y siempre ha debido ser, un servicio a la sociedad. En –no nos olvidemos- los alumnos de escuelas acostumbrados a organizarse y organizar y cuyo apoyo y energía es fundamental no solo en esta peculiar circunstancia sino como garantía de futuro. En los profesores y directores de ETSAs que deben galvanizar a sus alumnos y para los que sirve la idea de que más vale perder una clase de proyectos para explicar la situación que lamentarse luego.

Debemos ser también críticos aquí: Ni una asamblea más en la que no se presente un alto porcentaje de los colegiados. O de los alumnos. Es mucho lo que nos jugamos y, aun entendiendo que se han puesto muchos peldaños para conducir a la apatía, en pocas ocasiones como ahora es necesario asumir que está en nuestras manos –en primer lugar- fiscalizar y participar de nuestras instituciones. Formarlas e integrarlas.

Si todo va bien… todo habrá ido bien. Pese a ello, y en ese caso, no deberíamos –celebrado todo lo celebrable- olvidar como hemos llegado hasta aquí, y sobre todo como sistemas que en otra época pudieron funcionar demostraron sus carencias. Como una profesión que se precia de contar entre sus talentos el de saber explicar cuestiones altamente complejas se comunico tan mal con la sociedad y consigo misma.

Si todo va mal –esperemos que no- repetimos lo dicho anteriormente: La información y la participación en las instituciones –fomentadas por estas- las hace mejores y con ello hace mejores a quienes las forman. Si todo va mal, esa labor doble de interlocución y comunicación continua será fundamental por si hay que poner el grito en el cielo y al personal en la calle. Siempre, para todo, será mejor.

Todo lo que ayude a establecer esa relación, esa comunicación, ese acercamiento y la evolución de la profesión y sus instituciones será siempre bienvenido, y necesariamente analizado y fiscalizado. No debe entenderse de otra forma el correcto funcionamiento de cualquier institución.

Sigamos trabajando, por tanto, pero no olvidemos que la comunicación es INDISPENSABLE, como mínimo porque fomenta la participación, y porque para esto debemos estar todos.

Written by Jose María Echarte

febrero 20, 2013 a 12:54

Publicado en Actualidad, LSP, profesión

4 respuestas

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  1. 100% de acuerdo, José María.
    Transparencia, comunicación permanente entre arquitectos, estudiantes, instituciones y sociedad civil, datos en abierto expuestos de forma asimilable por los ciudadanos, y sobre todo, constancia en los largos meses que quedan por delante.
    Y sin perder de vista que lo importante es transmitirle al ciudadano la indefensión a la que se vería sometido de salir adelante la LSP de acuerdo al borrador, y estimular su participación activa y crítica.
    Estamos aquí porque somos necesarios, y para eso nos hemos formado; y parte de esa formación que nos cualifica y nos distingue de otros profesionales es saber transmitir ideas de una forma precisa y estimulante al usuario final, el ciudadano.
    Todos a una.

  2. Totalmente de acuerdo. Le doy la máxima difusión posible.

    vigat

    febrero 21, 2013 at 12:05

  3. […] De Reuniones, Comunicación y Cambios […]

  4. Los Dire Straits no tienen álbumes infravalorados. Si acaso, lo contrario

    Manrique

    febrero 27, 2013 at 20:44


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