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Reflexión: Foro Arquia/Próxima [FUERA]

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Garabatos y notas del autor mientras veía la retransmisión

Garabatos y notas del autor mientras veía la retransmisión

[Visto por un espectador quizá algo impertinente pero siempre franco, a través de streaming y armado (es un decir) con un Tweetdeck. Texto ampliado de una reflexión rápida en FB el día del evento, antes de conocer a los ganadores, sobre el Foro Arquia/Próxima 2014 bajo el título de FUERA]

Empecemos aclarando algo: Cualquiera que somete su trabajo a un criterio externo, limpiamente, merece todo mi respeto. Como lo merece quien convoca un premio para celebrar la arquitectura española joven, otorga becas, publica tesis y se preocupa por la profesión. Así, había, entre los seleccionados, proyectos que adoro. Que me parecen proyectazos. Hablo de Tallerde2 (a los que no favorece el tiempo escaso que se les daba) hablo de Campo de la Cebada, hablo de Guzmán de Yarza, Elii, Urban Games… y en general –uno tiene, como todos, sus cariños- de todos.

Es necesaria esta aclaración -que es en parte ponerse la tirita antes que la herida, lo admitimos- cuando este es un país en el que tiende a mezclarse la parte con el todo, el continente con el contenido y los renglones torcidos con la escritura derecha. Pocas veces como en este caso he tenido la sensación de que los premiados han estado muy por encima de los premiadores. Y es de esto de lo que se habla, a la postre, del proceso y sistema escogido para celebrar la arquitectura “joven” española.

Por tanto, y por hacerlo más sencillo, lo que me preocupa no son los seleccionados o los ganadores sino su selección como conjunto porque –generalizo- supone –para mi- unas directrices excesivamente marcadas. Excesivamente homogéneas. Es decir, me preocupa que un jurado que dedica buena parte de su tiempo en el estrado a hablar de la multidisciplinariedad, de la variedad de labores que puede encarar un arquitecto o del cambio en la profesión, haya sin embargo optado por una selección altamente monocorde (Y hasta monogeográfica, si me apuran, y por tanto poco realista). ¿Podría un arquitecto que se dedicara a redactar planeamiento general presentarse a Arquia con alguna esperanza? (Recordemos que una de las categorías este año era esa). ¿Podría un funcionario? (y de una vez seria necesario premiar a los servidores públicos que lo son) ¿Podría un calculista de estructuras? (Hay tremendos profesionales en España en este campo) ¿Y uno de instalaciones? Permítanme que lo dude. Tampoco se les hace atractivo. Yo no lo haría.

Me asaltan estas dudas dividido entre lo mucho que me gusta (pese a lo cafre que pueda uno parecer en twitter) ver presentaciones apasionadas, y trabajos que valoro y que están próximos a mi propia labor y mi absoluto convencimiento de que lo visto en Arquia es excelente, que abre muy necesarios caminos,  … con el hecho de que también estoy seguro de que esta excelencia solo representa a una parte de la profesión (de la disciplina como ámbito expansivo, de investigación laboral y de desarrollo) y que podría muy bien encontrarse el mismo nivel de pasión, de amor por el trabajo y de excelencia en otras muchas áreas que, lamento decirlo, han sido desdibujadas torpemente por Eva Franch en respuesta a una acertada pregunta de Pedacicos Arquitectonicos como algo a lo que “no pertenecemos”. Que fueron, y lamento decirlo aun más, desterradas desde el principio en un concurso en el que no preocupaba “lo que se hace y es excelente” sino “lo que encaja en este anaquel predefinido y es excelente”. Los anaqueles están muy bien. Cualquiera que lea a Borges amará, al menos, la palabra. El problema es que los anaqueles no contengan, sino que separen. Que encierren.

Una cuestión de orden: Tendemos como profesión a confundir los términos. No es de recibo que las presentaciones contuvieran menciones a miembros del jurado como amigos, queridos profesores o inspiradores de algunas de las obras. No es, si no otra cosa, estético. Es de andar muy por casa, entre amigos, donde todo es asumible a pesar de que la visión exterior sea tremendamente extraña. Una casa que, a la postre, acaba pareciendo un piso pequeño, poco ventilado y en el que la cosa queda más en conciliábulo pequeñito que en foro amplio con el consiguiente peligro para la calidad de un premio cuya validez no se discute, ni debería jamás tener que discutirse.

Recuerda uno como hace unos años, en aquellos Campus Ultzama primigenios que se retransmitían en podcast a través de Scalae, una de los miembros del jurado repartía la profesión entre un 2% valido y un 98% que “hacia mierda”. Tales separaciones, a las que somos excesivamente dados los arquitectos –y por la parte que me toca me incluyo- son de nuevo tremendamente peligrosas, especialmente cuando son a apriorísticas. Quizá sea conveniente repetirlo: TODO lo presentado es de un nivel de excelencia abrumador, pero –tomando las cifras como ejemplo- todo lo presentado es escasamente una parte de ese 2%.

Puede ser esta una opción –nadie lo niega- pero entonces no podemos en puridad, a menos que estemos impostando un discurso vacío que nos hace escasos favores, clamar por el dialogo con la industria, o con la administración, o con la legalidad como algo ajeno a nosotros mismos. Como “acuerdos” externos. NOSOTROS somos (deberíamos ser) la industria. NOSOTROS somos (deberíamos ser) la administración. NOSOTROS somos (deberíamos ser) los legisladores. Somos los calculistas. Los redactores de planeamiento. Los constructores. Los jefes de obra. Los arquitectos de cabecera. Los proyectistas. Los colectivos. Los gestores. Los investigadores.

Quizá la forma de empezar a serlo en profundidad, es reconocer que lo somos, sin necesidad de recurrir a extraños subterfugios lingüísticos, a patear el diccionario con saña o a complicar lo que es –y siempre fue- tremendamente sencillo. Quizá se trata de reconocer que lo podemos ser y lo hemos sido muchas veces, sin imposturas. Sin redescubrir la rueda. VALORANDOLO. RECONOCIENDOLO. PREMIANDOLO. SIN A PRIORIS. SIN FETICHES. Sin divisiones apriorísticas sobre aquello a lo que “pertenecemos” y a lo que no.

No se trata pues –esta sería una trampa engañosa, perversa y falsa a la vez, y por tanto es conveniente repetirlo- de que no se valore a los seleccionados, o a los ganadores. Creanme: Los admiro a todos. Cualquiera que se dedique a esto, si lo hace sin explotar a nadie, con honestidad y pasión, merece mi respeto más profundo. Entre los seleccionados y ganadores hay conocidos, proyectazos, mucho trabajo. Mucha –si, me gusta la palabra- excelencia. Y gana en excelencia la arquitectura española con ello… pero me pregunto si no podría, si no debería ganar aun más. Ganarlo TODO. Sin autolimitarse. Sin restricciones.

Es el sistema del concurso lo que me parece precario. O lo es, mejor dicho, esta suerte de comisariado que pretende ser reflejo y valoración de la profesión y consigue serlo solo de una parte, condenando al resto al olvido de la forma más gruesa mientras se inventa un discurso impostado sobre la reconstrucción de lo que conscientemente ha querido olvidar. Precisamente de ese resto.

Ese resto, compuesto también de excelencia. De una tantas veces olvidada y quizás, por ello, más heroica.

[Hecha la reflexión solo cabe decir: Enhorabuena a todos, participantes, seleccionados y premiados, por el trabajo la ilusión y las ganas. Por la excelencia. Y gracias a la Fundación por seguir apostando por la arquitectura, aunque no coincidamos siempre en los medios. Especialmente a Alicia Padilla y a Stepien&Barno por la retransmisión, la organización y el debate, que siempre es necesario]

Written by Jose María Echarte

octubre 28, 2014 a 14:28

7 respuestas

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  1. Disiento en el tema de la excelencia generalizada. Creo que había proyectos lamentables entre los seleccionados.
    Me iba a explayar más, pero prefiero desahogarme «en casa».

    arquitextonica

    octubre 28, 2014 at 14:49

  2. Supongo que organizar un concurso es como organizar una boda, siempre hay alguien que se queja. Mi opinión es favorable en el sentido de la visibilidad que se da a estos proyectos gracias al concurso. Algunos de los proyectos no los entendí, al menos como tales, y los vi muy alejados de lo que hago a diario en mi estudio.

    Sin embargo, tampoco es posible premiar en un concurso el trabajo diario del ¿98%? de la profesión. Ese trabajo de reconocimiento, de formación y divulgación corresponde a otro tipo de instancias y no se hace en un tuit, sino con una labor repetitiva y machacona en el tiempo.

    Los proyectos que redactamos en mi estudio posiblemente sean «mierda» para los grandes gurús, pero también son técnicamente correctos, adaptados al lugar y ajustados en presupuesto. Básicamente son profesionales. Eso da prestigio y reconocimiento de una manera más cercana y menos ostentosa. Eso lo entiende la gente de la calle. Otras cosas no.

    Si la sociedad reconociera el trabajo de los arquitectos como el que es realmente, que una «estrella» haga una peineta en una rueda de prensa sería una anécdota y poco más, pero tenemos un fama que va a ser difícil de cambiar.

    Gran post José María.

    Jesús A. Izquierdo

    octubre 28, 2014 at 15:36

  3. Tengo sentimientos contradictorios en lo referente a este foro. Dejando de lado que este tipo de eventos siempre dejan muchas más cosas positivas que negativas, no puedo dejar de comentar ciertas faltas graves.

    En resumen muy resumido (ya fuimos comentando la batalla por twitter durante el evento), creo que fallaron una serie de cosas que me parecen claves.

    – Lo primero, el amiguismo. Si Arquia quiere realmente hacer una labor de observación de la arquitectura emergente, debe de moverse por un campo más amplio. Los que somos de «provincias», como pareció en algunos comentarios de los miembros del jurado, también hacemos buena arquitectura. Demasiados ex-alumnos del jurado entre los seleccionados, demasiados amigos-de, demasiados proyectos en Madrid, o en Barcelona, o si me apuras, de la ETSAM. No me parece que de ventitantos seleccionados nacionales, como 7 proyectos fueran de PKMN, que harán cosas estupendas, pero estamos hablando de una selección nacional. Y ya de paso, el premio final. Sin faltar a la calidad de sus proyectos, a nivel teórico hemos hecho esas mismas intervenciones en nuestros primeros años de carrera, tipo proyectos 3. Estamos hablando de un premio nacional de Arquitectura. No pueden más que asaltarme dudas.

    – El jurado tenía un aire de excelencia que daba grima, su debate sin sentido, su palabrería que mezclaba un 10% en inglés, un 10% de palabras inventadas, un 10% de patadas gramaticales («hemos resolvido» y otros), y un 70% de autodisfrute de lo hablado, nos dejaron una larga mesa redonda de evitar hablar con puño sobre la mesa de la arquitectura de hoy, los problemas de hoy, y los caminos. Me sentí como si estuviera en un una terapia de autoayuda, o en un seminario de coaching, todo eso mezclado con una inauguración de una expo en el MOMA. Demasiado glamour para lo que se dijo. Una vez más, los seleccionados por encima de los que los seleccionaron. Se dijeron demasiadas barbaridades en ese debate.

    – Una ruptura generacional brutal. Demasiado rato escuché en ese debate «sois», «estáis», «hacéis». Parece que toda la responsabilidad de la arquitectura en España cae sobre nosotros, los jóvenes arquitectos. Y la sabiduría sobre ellos. Se obvió demasiado. «El problema es vuestro», se llegó a decir. Bueno, sí, y en esas estamos. Pero no. Un poquito de por favor.

    – Respecto a los seleccionados, bueno, pueden ser proyectos más aceptados, o menos, pero son «seleccionados», no más. Es decir, si las FRU FRU por nombrar a alguien tienen un proyecto muy loco y no encaja en los cánones de la arq, bueno, ellas no lo hicieron pensando ser seleccionadas en un premio, sino básicamente les dio la gana, y me parece genial. Sigo pensando que lo clave es cómo miramos la arquitectura, y quién la mira, y a quién deja fuera. Revisando el catálogo con todos los proyectos presentados que nos entregaron al final del Foro (Jose María lo miramos juntos cuando quieras), me daba cabezazos contra la pared con todo lo que se había dejado fuera, y seguía alucinando con las 7 participaciones de PKMN o miembros. ¿No había nada más para seleccionar? Pues lo había.

    – Encontré entre las presentaciones además muchos proyectos que me encantaron, de una calidad que cuesta imaginarse que haya salido de gente tan joven en un momento tan «crudo» de la profesión. Pero se ha hecho. Porque hay calidad. La casa en Gracia de Enrich, la intervención-mueble en el apartamento de Barcelona, la reforma de la carnicería de los hermanos Soler (¿premio de obra nueva, por cierto?), el proyecto de Guzmán de Yarza, o Elii… Además de acciones de participación y empoderamiento del espacio que me parecen claves en el momento que vivimos, especialmente los proyectos de Todo pos la Praxis y Campo de Cebada, o en el campo editorial, Quaderns. Como dice Echarte, faltaron proyectos de muchos otros campos de la arquitectura, esos que no son tan mediáticos, vistosos y dados al postureo: estructuras, instalaciones, planes urbanos, etc.

    – Me pregunto, si no existieran las publicaciones, ni las presentaciones, ni pinterest (sí, printerest), ¿cómo se valoraría la arquitectura?

    Ana Asensio

    octubre 28, 2014 at 18:35

  4. Como siempre, estoy prácticamente de acuerdo en todo con Ana. Dicho esto voy a puntualizar:

    -En realidad que se mire más hacia las provincias o menos depende del jurado y más concretamente de su comosario. Si te fijas en ese sentido es muy curioso como en los premios hay un cierto «favoritismo» hacia lo que pasa en Madrid y Barcelona, pero sin embargo en cuanto a los corresponsales de Arquia… ¿te has fijado en la diferencia?

    -Sobre la ruptura generacional, no me siento representado por ninguna de las dos generaciones que aparecieron en la mesa redonda. Y si me apuras tampoco me identifico mucho con la que por edad debería ser mi «generación». Actualmente hay un cierto rechazo hacia el campo tradicional de la arquitectura, lo cual me preocupa. Además, este coqueteo continuo con el mundo del artisteo es sin duda lo peor de este nuevo rumbo que gran parte de nuestros compañeros han decidido tomar.

    -Sobre la excelencia que dice Jose María… Ahí si que no estoy de acuerdo. Es cierto que en todos se veió una pasión y una dedicación de la que se ha hecho bandera en estos tiempos. Pero a pesar de lo que Eva Franch dijo, el resultado importa, importa mucho si se me permite. Los agentes intervinientes y los métodos son fundamentales, pero no sustituyen que el resultado deba ser bueno, tampoco el caso contrario. Que ni el fin justifique los medios, ni los medios justifiquen el fin.

    -En cuanto a las obras seleccionadas, pese a la insistencia por parte del jurado en su diversidad, mi sensación fue más de la elección de un par líneas de pensamiento que de un amplio abanico. Por poner un ejemplo, ¿dónde están los trabajos de arquitectura con niños?

    Una vez más arquia/proxima ha supuesto para muchos una pequeña reflexión sobre las figuras de poder, las diferentes formas de entender la arquitectura y los gurús. ¿Han cambiado los personajes pero siguen los mismos roles? Que conteste quien sepa más que yo que, al fin y al cabo como dice Ana, solo soy un simple estudiante de provincias…

    Enrique Parra

    octubre 29, 2014 at 17:00

  5. Completamente de acuerdo con Ana y el grandísimo Parra. Y respecto a la excelencia, lo comentaba con Miguel, me parece mas importante analizar el problema que sus síntomas o quizá es que no tengo el cuerpo para diseccionar uno por uno todos los proyectos y que la generalidad me parece altamente recomendable. Me fío de vuestro criterio, que lo visteis de cerca y esas cosas siempre dan mucha mas perspectiva.
    Es tremendamente cierto lo de la falta de diversidad, como lo es la excesiva centralización geográfica. Y como lo es el exceso de «relación». Siempre que pasa algo de este tipo procuro ponerme en la peor situación posible como ejemplo y si esta me chirría, me debe chirriar la primera si ambas deben cumplir unas expectativas. Imaginemos a Calatrava exponiendo un proyecto ante Francisco Camps y recordándonos lo muy amiguitos del alma que son. Si todos los concursos se basan -o deberían basarse en las mismas premisas- y B nos parece mal, nos debe parecer mal A. Pero este problema es a origen cuando un concurso tiene un «comisario», con una agenda extensiva al jurado, algo más propio de otro tipo de eventos.

    Jose María Echarte

    octubre 29, 2014 at 19:35

  6. Gracias chicos!

    Es cierto Parra; la repartición de becas fue totalmente ecuánime. Casi «forzado» a que hubiera gente de toda la geografía. Nada que ver con todo lo demás…

    Creo que para valorar bien los proyectos, debemos salirnos de los seleccionados, y volver al catálogo. A los mil y pico proyectos que se presentaron. Quizás esa parte del proceso debería abrirse un poco más, y no que pasara por el filtro de ese jurado y comisario, que creo que en la opinión general se llevan un gran suspenso.

    Mua!

    Ana Asensio

    octubre 30, 2014 at 11:12

  7. Una solución o sugerencia podría ser limitar a una selección por arquitecto / cooperativa / colectivo. Nadie puede llegar a la «final» con más de una participación (como pasa en los concursos de fotografía y otros. Eso limitaría el amiguismo. Aunque siempre quedaría el premio final, que es el económico…

    Bueno, bien, el jurado no ha hecho ya filtro, es decir, no ha hecho ya su trabajo? Pues que el premio final Arquia lo diera precisamente, el público, es decir, un premio dado por todos los arquitectos y estudiantes de arquitectura de España. Ése es el premio gordo, el que tu arquitectura sea comprendida y valorada por el amplio mundo de nuestra profesión, no por unos cuantos… seleccionadores.

    Si el jurado quiere dar un premio, que sea el «premio del jurado», igual que hay un «premio de comunicación», un premio de «obra nueva, etc.

    Todo sería más… transparente.

    Ana Asensio

    octubre 30, 2014 at 11:18


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