n+1

Aquí también hay que leer compulsivamente (LFC)

Cuadernos de Viaje (1)

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Cerezo Sakura.

BSO no obligatoria de este post: Japanese Boy, Aneka

No escribimos nunca sobre viajes. Se debe a dos razones:

1.- Nuestro natural timidísimo.

2.- Que tal y como esta la cosa lo de viajar se esta convirtiendo en un lujo complicadillo.

Maria subió hace tiempo una magnifica crónica de algunos aspectos de su estancia en Rumania cuando el genial Carlos Cámara le hizo el outing expatriado en su trabajadísima sección “Los Otros Arquitectos”. Igual les suena el titulo. No, no es que Carlos se haya pasado al grupo Prisa. Es que por lo visto aquello del “plagio involuntario” que acuñaron en Córdoba se esta extendiendo como la gripe aviar oigan. Aunque puede que como dicen en ingles ocurra que “Great minds think alike” yo añado “And the greater mind thinks it first”.

Así que esto va de viajes. De uno mío en concreto al país del sol naciente (Tópico 1). Al garaje del Mazinger Z. Al sitio donde viven Miyazaki, Tezuka y Go Nagai.

Y si, donde también están Sejima, Tange, Nishizawa, Ando, Ito, Ban…. Y otras gentes de mal vivir… pero no esperen mucho de esto porque el viaje en cuestión era mi viaje de novios (Tópico 2, and proud of it) y porque mi santa ya me dijo antes de embarcar en el avión que “No te pongas arquitecto que te doy una colleja que te enciendo el pelo”, y es que hay que quererla amigos, porque justo es reconocer que un arquitecto de viaje es mas pesado que una vaca (De Kobe en este caso) en brazos.

Y sin mas dilación, vamos con la primer entrega:

Tokio, cables, doblar la raspa y hormigones que da gustito tocar.

Que les voy a contar de Tokio que ustedes no sepan ya. O que no hayan visto. Les diré que uno tiene al pasear por las zonas mas reconocibles (El cruce de Shibuya (thx Dani) sin ir mas lejos) esa sensación que le asalta de la misma forma en Nueva York: La de haber estado allí, aun sin haber estado allí jamás. La de espacio reconocido y aprehendido obtenida del bombardeo de imágenes y de (sin duda) el visionado en el avión de Fast and The Furious II, Tokio Race, con mirada de la santa en plan “No te puedo creer” y mirada devuelta del que suscribe en plan “Mujer…para hacer ambiente”.

Nosotros nos quedamos en Shinjuku (Se lo recomiendo), barrio céntrico cerca de una de las estaciones de intercambio de metro más grandes del área metropolitana. Enfrente estaba el ayuntamiento de Tokio, construido por Kenzo Tange, y prueba fehaciente de que todo el mundo guarda algún esqueleto en el armario sin que eso signifique desmerecimiento ninguno por el padre del metabolismo. Lo primero que uno descubre en Japón es que los habitantes son serviciales hasta lo insospechado. El domo arigato gozaimasu (Una de la formas mas formales de dar las gracias, frente al sencillo domo, y el menos sencillo domo arigato) esta a la orden del día, con doblado de raspa e inclinación hacia a delante, siguiendo el criterio de que cuanta más inclinación, más respeto por el interlocutor o mas alto el agradecimiento. Uno al principio no se ve capaz de hacer el gestito, pero se descubre a si mismo a la vuelta, en la escala en Ámsterdam, inclinándole la cabeza a la chica de la cinta de equipajes…..

Shinjuku nights

Not one of your best, Kenzo.

Nota curiosa, en las calles de Shinjuku no se puede fumar (Tampoco en muchos interiores), lo que se indica con señales en el suelo. Los trabajadores de la amplia zona de oficina que se extiende a ambos lados del ayuntamiento (Subaru esta ahí) bajan a fumar a pequeñas zonas de no mas de 4 x 2 acotadas con una línea verde en los soportales de los rascacielos. Hacen cola ordenadamente, y nunca mas de tres o cuatro ocupan el interior de la línea (Los japoneses son, en según que ocasiones, de burbuja personal amplísima), que fiel reflejo del respeto por las normas que impera es el interior de la línea, y no como en España una zona difusa que ocuparía el interior y las cercanías hasta un radio de ¿5 metros?

Prohibido fumar.......en la calle amiguitos!.

Shinjuku es un ejemplo perfecto del urbanismo tokiota. Conviven en aparente armonía zonas de rascacielos high-tech con amplísimas avenidas con callejas y callejones estrechos y peatonales llenos de tiendas de neones y de vida nocturna. El recoveco del que hablábamos el otro día parece no haber sido nunca desterrado del imaginario urbano japonés. De hecho parece atesorarse y respetarse, sin ese afán unificador que nos posee en este país pero, curiosamente, desprovistos de ese respeto a veces políticamente correcto y de reverencia rancia por el pasado y sus distancias. En ningún lugar como en Tokio, si uno lo pasea con calma, se encontrara el visitante seguidos y sin vergüenza alguna un rascacielos, un callejón con un pequeño restaurante de madera donde sirven U-don, una tienda de moda diseñada por un archistar y un templo que parece recién salido de una película de Kurosawa, con su pequeño patio y su alcanforero. Hay en este sentido en Japón una variedad vital y visual que puede en un primer momento llegar a abrumar, acostumbrados como estamos a una unificación aburridísima basada en modas y tendencias. Una variedad casi táctil, material, formada por maderas, hormigones, vidrios, baldosas, papel, ladrillos, telas, colores, neones, piedras…. Un catalogo de texturas inagotable y sorprendente.

Mercadillo a un paso de un templo. A dos de un rascacielos.

No es ajeno a esta sensación el hecho de que, contrariamente a lo que podría parecer, existe una interrelación publico-privado bastante veteada en las tramas urbanas japonesas. Sensación compuesta a partes iguales por la generosidad de espacios públicos que se acercan (cuando no se ceden directamente) a lo privado y por la remanencia de esos lugares de expansión ciudadana que quizá por su escasez son tan apreciados y cuidados. No hay casita sin su pequeño frente ajardinado (Minúsculos a veces) ni sin una inusitada implantación muy alejada de la tendencia europea al encastillamiento de valla y aislamiento.

Les diré que pese a la advertencia si hubo visitas gafapasta. Obligada a Omotesando, donde esta el catalogo de architiendas de archistar, con la excusa de “Mujer, si hay muchas tiendas”. Uno suele empezar en el templo Meiji para descubrir que como te hacen la madera en Tokio no te la hacen en ningún sitio: Los tori-i que llevan al templo, ejecutados en una madera de cedro de piezas enterizas magnifica, impresionan por la perfección del montaje. Como impresiona el templo en si, rodeado de unos espectaculares jardines naturales y de una sencillez bastante recatada, acostumbrados como estamos a la escala europea para estas cuestiones. En consonancia con lo que les comentaba antes, todo es una explosión de colores espacios y texturas, desde las tablillas votivas en el patio del templo hasta los barriles de sake llevados para consagrar al recinto.

Torii en el santuario Meiji. Ya no se hacen Torii como los de antes.

Tablillas votivas. Alguna había en español.

Barriles de sake. ^__^ (Hic!)

En Omotesando, y haciendo el gafapasta, descubrí que hay clichés que se repiten a lo largo del universo mundo. Estaba yo tocando con ese deleite que nos entra a los arquitectos (Y que lleva la banda sonora de Homer Simpson al ver un Donut) el trenzado metálico de la tienda de Vuitton (De Jun Aoki) cuando a mi derecha descubrí a un chico rubio-muy-rubio haciendo exactamente lo mismo que yo. Nos miramos y ambos casi al unísono dijimos “¿Architect?” para reírnos por la situación mientras mirábamos hacia atrás y encontrábamos a mi santa (Racial y morena) y a la suya (Rubia y nórdica) pensando la una “Dios mío” y “Mein Gott” la otra.

Claro, hormigonando asi, cualquiera.

Como catalogo y crash course de cómo se construye en Japón la visita al templo (Maravillas en madera oigan) y la bajada por Omotesando son fundamentales. No verán ustedes hormigones más perfectos, ventanas a hueso selladas con silicona de forma mas exacta y precisa (Y que hacen que uno maldiga la tendencia del obrero medio español de meter el dedo para “arrebañar” y dejar unos churretes fan-tasssticos). Se nota en general que sikaflex no tiene mucho mercado en Japón. Las piezas encajan, los hormigones están como deben, las ventanas no entran si-o-si a la fuerza, los aluminios son perfectos, los aceros ni les cuento.

Sejima, hija, date un poco de vidilla.

De hecho vimos como reparaban una junta en uno de los paneles de hormigón de Omtesando Hills (Centro comercial de Tadao Ando). Cuatro tíos controlando la perfecta operación. Todos con sus chalecos, sus cascos y sus cinturones de anclaje (Y no estaban a mas de un metro del suelo). Igualito que en celtiberia donde esto se resuelve con “mi primo que es muy apañao”, una pistola de sikaflex y un descolgarse a la Spiderman por el voladizo de al lado. Pues apliquen esa forma de hacer las cosas a todo. Perfeccionista. O más que perfeccionista diría que teniendo orgullo por lo que uno hace, algo que en este país hace falta como el comer.

Al fondo, los de la junta. Igualito que en España. Pero igualito

En fin, dejando de lado estas cuestiones más productivas, no les diré mucho más de arquitectura porque esta todo publicadísimo y yo soy así de discreto. Les diré, eso si, que lo mejor del edificio de H&DM no es el edificio sino el espacio anexo, algo que los suizos hacen bastante bien y que es, en otra escala, una mimesis de ese “echarse p’atrás” de la plaza ganada frente a la fundación Lacaixa en Madrid. Eso y que las cosas de Kazujo son un poco demasiado asépticas (Clínicamente perfectas diría yo).

Prada. Sin el diablo.

Habrán notado en alguna foto, o quizá no, que todo esta lleno de cables en Tokio. No, no es que sean así de dejados. Es que es una medida de protección lógica enterrar las menos cosas posibles cuando uno vive en una zona sísmica. Casi todo es aéreo. La luz, el teléfono, las líneas principales de gas. Los edificios no se tocan dejan entre ellos unos respetuosos 20-25 cm por los que suelen subir algunas conducciones y que evitan que las cosas acaben con los años “apoyándose” unas en otras.  No todo iba a ser bueno, las ventanas de los edificios públicos y hoteles, a partir de la segunda planta, o están bloqueadas o están diseñadas para abrirse solo diez centímetros. Por lo visto el japonés medio tiene alguna tendencia a practicar el vuelo sin motor y no va a ser cosa de darle facilidades.

Cables

Por supuesto, si van, no dejen de ir a ver a los Cosplayers de Shibuya y del puente del templo Meiji. Grupos de amiguetes vestidos de las Salior Moon, con coreografía y todo. Son Gokus que no son como el Son Goku de los carnavales de aquí, que no dejan de ser tu primo haciéndose un destrozo capilar con la gomina y con un chándal rojo, sino que son comic hecho carne: perfectos. Lolitas góticas, pokemons, Evas de Evangelion (Oigan, clavaditos) y toda la parafernalia manga que imaginarse puedan.

Si consiguen engañar a su pareja, o si su pareja es tan del gremio como ustedes, acérquense a Roppongi Hills. Merece la pena como ejemplo de edificio híbrido que contiene de todo: Museo, galerías de arte, centro comercial, restaurantes, clubs, zonas verdes… y unos bancos algo incómodos de Toyo Ito.

De Templos se pueden ustedes hartar, pero de esto les hablare con más calma en una segunda entrega cuando nos vayamos a Kyoto.

Hay sin embargo dos visitas obligadas que les recomiendo: La lonja de pescado, con una actividad frenética y que ofrece espectáculos soberbios como ver el corte de los atunes con los cuchillos-espada tradicionales. Pueden además comerse un sushi en unos puestecitos allí mismo. Buenísimo.

Les tocara madrugar, eso si, vayan a eso de las 5,00 – 6,00. Después, y perdónenme el topicazo, esta todo el pescao vendido. ^_^

La otra, especialmente si van ustedes en primavera y les toca la floración del cerezo, es el Parque Ueno. Magnifico. Además allí se encuentra el Museo Nacional de Arte Occidental de Le Corbusier (Con lo que matan ustedes dos pájaros de un tiro). El parque se ilumina con farolillos por la noche y los amigos se juntan en el suelo con esterillas y tarteras a cenar….y a beber sake. Lo que es un botellón / pic-nic a la japonesa. Incluso si te arrimas y te haces el gaijin encontradizo, puede que te inviten  a algo!

Parque Ueno

Soy caótico para describir viajes, así que no haré esta entrega muy larga y les dejare aquí. Si les gusta prometo seguir.

Mitos y leyendas 1:

Los taxis son, por dentro, el paraíso del mantelito de puntilla. Los taxistas llevan gorra, uniforme y guantes. Te abren la puerta, te sacan y meten las bolsas en el maletero y hasta se alegran si te llevan a tu destino en menos tiempo del que (por trafico y hora) deberían. Ya les digo, aquello es otro mundo.

Mitos y Leyendas 2:

El Nissan Moco existe. Y si, es pequeño y lo puedes dejar en cualquier sitio. Y los hay verdes.

Pequeñito y manejable.

Mitos y Leyendas 3:

¿Se liga mucho siendo occidental? No se que decirles. Yo soy una patata casada y en aquel momento era una patata recién casada. Reconozco que siendo rubio y con los ojos azules en un país de morenos con los ojos negros llamas bastante la atención y te miran mucho. A las chicas mas aun.

Mitos y Leyendas 4:

Imprescindible ir a cenar a un restaurante que pille (En Shinjuku por ejemplo) cerca de la zona de negocios. Los de las oficinas suelen cenar juntos, respetan al sentarse el orden jerárquico y…….!Se agarran unas bolingas de aquí te espero!. El sake es peligrosísimo dado que no puedes echártelo tu en el vasito, pero que si alguien te lo echa tienes que bebértelo si-o-si (sistema perfecto para salir de allí a cuatro patas). Si van ustedes bien de dinero, vayan a comer Kaiseki (Alta cocina japonesa) no les garantizo que no coman algo que no les parezca raro, pero a cambio el espectáculo visual es imprescindible (De hecho es la parte mas importante). No vayan a pedirse el coctel LIT, Lost In Traslation, en el Hyatt a menos que tengan un fetiche preocupante con Scarlett Johansson. Es tremendamente caro (Demasiado) y hay bares en todos los áticos de los hoteles cercanos donde tomarse una copita tranquilamente mirando la noche tokiota desde arriba.

NOTA: NO se le echa nada al arroz. Nada es nada. Ni soja. Se toma como viene. Para ellos es un gesto comparable a tomarse aqui un iberico con ketchup. Los palillos JAMAS se clavan en el arroz.

Mitos y Leyendas 5:

¿Es caro Japón? Naaaah. Al menos para ir de viaje unos días. Los hoteles si son caros, pero comer puedes comer relativamente barato y los taxis y el metro son asumibles. El alcohol, el café y el tabaco (Lo divertido, vamos) si son caros. Un tercio son unas 800 pesetas. No, repito, NO, se deja propina. Se les cruza el cable.

Mitos y Leyendas 6

¿Es el metro como lo cuentan? Si. Y más. Los empujadores son muy reales. No es que hagan mucha falta porque el personal empuja el solito. Muchísimo. En uno de los trayectos que hicimos mis pies no tocaron el suelo durante dos estaciones. El metro es el único sitio donde el japonés medio suspende la burbuja personal. Si eres chica, advierto, hay unos vagones especiales SOLO para mujeres, señalizados en el suelo con una marca rosa. Recomendable subirse en ellos, si subes en los otros puedes salir con partes de tu anatomía gastadas del sobeteo.

Y con esto les emplazo para le segunda entrega, donde hablaremos de jardines de piedra, del Fujiyama, de los cuchillos Kyocera y de lo a gusto que se pasea por Kioto. Konichiwa!!!

NOTA: Todas las (pobres) fotos de este post son del autor y pueden reproducirse y copiarse citando la fuente. Gracias!!

Written by Jose María Echarte

julio 21, 2011 a 18:40

Publicado en Viajes

3 respuestas

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  1. Y no viste el coche PAJERO? xD
    Respecto a como construyen, SI, la eficiencia y exactitud sorprende cuando debería ser lo normal en todos lados. Estuve viendo como colocaban un suelo. Increíble! Aunque también habría que importar el instrumental ja!

    Saludos desde Tokyo!!

    Gemma

    julio 22, 2011 at 2:57

  2. Estas en Tokyo???? La envidia me corroe mas que al Garada K7 el huracan atomico del Mazinger Z!!!! Y que haces alli alma de cantaro!! Trabajando? Vacaciones?

    Si, el instrumental y a los obreros. Recuerdo que los cuartos de baño (Aparte del inodoro «robocop», del que ya pondre foto) eran completamente prfabricados, una pieza plastica insertada dentro del espacio destinado para ella. Perfectos, con unas juntas impecables…

    Y si, jajajaja, vimos el Pajero!!. Para los que no esten al loro, el Pajero es el nombre original del modelo de Mitsubishi que aqui se llamo Montero. Le cambiaron el nombre con buen criterio para el mercado español y latinoamericano. Por lo visto el nombre original viene de una especie de gato salvaje… el Leopardus Pajeros, pero claro vete a explicarle tu eso al tio del concesionario de Sevilla la Nueva, que veras que risa.

    jmer73

    julio 23, 2011 at 1:33

  3. Una duda… la puerta que se ve en la foto de la tienda de Prada… ¿tiene testarazo o es que hay una perspectiva imposible?

    ¡Ay qué envidia más sana!

    Ydna

    julio 25, 2011 at 10:59


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